martes, 17 de diciembre de 2024

Déficit de dopamina


En una noche, los ojos profundos de él se deslizan con calma por la silueta de una mujer, subiendo desde el suelo hasta encontrarse con su rostro. Ella percibe su mirada, casi fija, apenas un parpadeo los interrumpe. Entonces, ocurre: sus ojos se encuentran, las pupilas se ensanchan, brillan como si reflejaran un secreto compartido. En ese cruce fortuito, en esa coincidencia fugaz de miradas que no se buscaban, el tiempo parece detenerse y el espacio se desvanece, como si el destino insinuara que allí, justo en ese instante, comienza una historia que podría llevarlos a enamorarse.

Mi autodiagnóstico... déficit de dopamina.

He perdido el control, la liberación lenta y de grandes cantidades de dopamina han bloqueado mi corteza prefrontal, aquella encargada del razonamiento lógico. Por lo tanto mi sistema límbico ha estado actuando estos últimos meses, siendo impulsiva, irracional, alocada, menos reflexiva... mi cerebro emocional ha dominado a la corteza prefrontal. Resumiendo con prisas, me he comportado de forma más emocional que inteligente en una conexión amorosa durante estos últimos meses.

Ahora que mi amado y yo nos hemos separado, por mi propia decisión, he recuperado parcialmente mi inteligencia, comprendiendo que mi estado actual se debe al déficit de los efectos de los neurotransmisores implicados en la etapa de enamoramiento o al menos del más importantes. La dopamina.

El duelo es un proceso tedioso, de enfado y tristeza, donde el amado no ve el sufrimiento o no reconoce nuestros sentimientos hacia el. Dicho proceso es mayor cuando la ruptura se da por un enfado o una discusión o peor aún cuando no se supo la verdadera razón y el ofendido busca de encontrar una razón para calmar su vida.

Yo siendo la ofendida, trato en cierta medida de encontrar explicación a lo ocurrido, el cerebro tiende a querer saciar esa necesidad de incógnita, no le gusta los espacios en blanco... y yo solo quiero comprender que no siempre es necesario cubrir esos huecos. No me puedo hacer responsable. Alguien vino a mi parcelita a arrancar mis flores y se marchó con ellas, ahora solo trato de que mis flores vuelvan a brotar.

Reconozco como humana joven y en mi parecer poco experta que he tardado medio año en entender que estaba enamorada. 

El conocimiento es poder, me recordó Willow hace unos días, y cuanta razón, ahora entiendo mucho mejor mi comportamiento, mis pensamientos y emociones. 

Donde la parte positiva nunca debe faltar, siendo en esta ocasión un aprendizaje que en el futuro de manera consciente o inconsciente me ayudará.

PD: Gracias a mi tía WilloW, que me iluminó cuando más lo necesitaba. 

Fuente de inspiración: DR. Eduardo Calixto - Un clavado a tu cerebro.

1 comentario:

  1. Me alegro que el conocimiento, al menos, te sirva para entender lo que te está pasando... (aunque con ello se pierda el romanticismo).
    Un beso muy grande mi pequeña gran Amazona

    ResponderEliminar